¿Quien roba en las librerías?

Los mejores ladrones no suelen dejar huellas, solo dejan huecos que los que sufren los robos deberán contabilizar y lamentar, sin poder culpar a nadie. Pero, ¿quien roba en las librerías? Vamos a diseñar un perfil del posible ladrón, puede que el resultado te sorprenda..

La desaparición de los libros muchas veces se debe a un error de pedidos o pérdidas de cajas que acaban en la basura en lugar de las que de verdad tenían que haber sido tiradas. En las librerías más grandes, además, el simple hecho de coger un libro para consultarlo y luego dejarlo dos pasillos más adelante, hace que este libro no vuelva a ser localizado por el dueño en mucho tiempo.

El robo de un libro, a diferencia de otros productos, se puede certificar en la mayoría de los casos cuando pillas a los ladrones en flagranti. Como podrás imaginar, si te han pillado o te van a pillar robando un libro, quiere decir que no tienes habilidades muy desarrolladas en este sector (quizás mejor, eh!).

Si los/las ladronas de libros son invisibles, es cierto también que las librerías y los libreros no suelen amar este argumento, por el miedo de que, si hablan de ello, animaría a más ladrones a actuar en su negocio.

No tenemos datos oficiales sobre los robos en las librerías, pero podemos imaginar si hasta un gigante Amazon, que vende online, admite sufrir muchos robos de libros (devoluciones donde en las cajas se encuentran otros libros o directamente otros objetos con el solo fin de igualar el peso del libro), una investigación aclara que en una librería física muy grande los robos suponen el 1% (Mondadori), que, aunque pueda parecer poco, en datos más concretos se traduce en más de 80.000 libros robados al año!!

Para nosotros parece una cantidad muy elevada, una sorpresa increíble que se robe un libro cada 100!! Si en las grandes librerías admiten tener faltas anuales correspondientes a algunas decenas de miles de títulos, en las pequeñas librerías nos cuentan que suelen tener 1 o 2 «pérdidas» cada semana, confirmando este «1%» de la investigación.

Aunque el ladrón de libro no es tan frecuente como el ladrón de ropa o de gafas de sol (que suelen ser más caros y por lo tanto «animan» a correr riesgos) es cierto que el coste del robo de un libro lo asume íntegramente la librería.

Los libros más robados en librerías

Giulio Einaudi estaba convencido de que si un ladrón se fija en un libro y quiere robarlo, es que el público en general aprecia ese libro, y esto, por muy mal que pueda sonar, es buena señal para el/la escritora de ese título. Se cuenta que su librería dejaba a la vista el último libro publicado, disponible para su consulta pero también para ser llevado sin autorización, propio para testar el potencial de venta.

Un libro robado es un libro leído

Así respondía Einaudi a aquellos que le contestaban sobre esta técnica de venta que hoy en día sería elemento de estudio en las mejores escuelas de marketing del mundo. Pero el criterio que Einaudi utilizaba no era infalible. Es cierto que los libros de moda y los más conocidos aumentan el sentido de satisfacción del ladrón, pero también dependerá del tipo de librería y del tipo de ladrón. En librerías pequeñas de Madrid y Barcelona nos cuentan, por ejemplo, que los libros que «desaparecen» son libros de narrativa que no se quiere leer o pagar por ellos, pero muchos hablan de ellos y resulta «necesario» estar informados sobre el tema. De aquí que textos como Pureza de Jonathan Franzen o La Escuela Católica de Edoardo Albinati suelen ser objeto de deseo de los ladrones, aunque sean muy grandes y con críticas muy «heterogéneas».

En las librerías más grandes, siempre mirando en Madrid y Barcelona, nos indican que «van mucho» los textos universitarios y los libros más caros, sobre todo mapas y meridianos que suelen estar en esquinas menos luminosas y frecuentadas, o sea más fáciles de robar. Pero se roban también libros de ilustración (que suelen ser muy grandes) y libros para aprender el ajedrez como Ajedrez for Dummies (que sería «para tontos») o estudios importantes, que denotan cómo el ladrón de libro suele ser una persona culta, que ya solo por entrar en una librería tiene interés hacia la lectura y que resulta ser una persona muy inteligente, que acaba robando por probar una sensación más que por necesidad.

El ladrón de libros más famosos de los últimos años es Willia Jacques, un chico de Inglaterra, que ha estudiado nada menos que en Cambridge, y que en su carrera de ladrón ha conseguido nada menos que textos por valor de 1 millón de libras, llegando a ser arrestado en 2002 por este crimen. Su primer robo famoso fué el de los Principia Mathematica de Isaac Newton, seguido por Sidereus Nuncius y los Diálogos de Galileo, los libros de Kepler, Copérnico, Malthus y Adam Smith. Hablamos siempre de textos originales, robados en grandes librerías nacionales, equiparables a los robos de cuadros. Su últimas hazañas conocidas se remontan al 2004, cuando fue arrestado en la British Library con barba postiza y gafas de sol, intentando atacar una nueva obra. Después de algunos años en la cárcel, sigue en libertad pero vetado en todas las librerías públicas de Reino Unido.

Hemos visto cómo en España se roban aproximadamente el 1% de los libros y cuales son los textos más robados. Y, ¿en el resto del mundo? Hay una clasificatoria ad hoc, los «Best-stolen», que pone a Charles Bukowski, Jakes Kerouac o Ernest Hemingway entre los más robados. También destacaba el ‘Gran Gatsby‘ de Scott Fitzgerald que, según parece, ya era uno de los libros más robados incluso antes de tener su versión cinematográfica.

Martin Amis, Paul Auster, Georges Bataille, William S. Burroughs, Italo Calvino, Raymond Chandler, Michel Foucault, Dashiell Hammett, Jack Kerouac son otros de los autores cuyos libros entran de derecho en el top 20 de más robados.

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Tipologías de ladrones

Si hasta ahora nos hemos centrado en los libros, no podemos dejar de lado el estudio sobre las personas que roban los libros. Desde las entrevistas a libreros destaca una diferencia muy importante entre librerías grandes y pequeñas. En las grandes librerías, por ejemplo en Madrid y Barcelona, quien roba suele ser hombre, estudiante que roba libros universitarios que admiten hacerlo por falta de dinero, o señor elegante que roba libros caros y se justifica diciendo que «creía que había que pagar a la caja del piso de abajo». Entre estas librería circula también la voz sobre los «serial killer de los mapas», hombres elegantes y amables que esconden en sus maletines verdaderas obras de arte que buscan cuidadosamente entre las estanterías.

En las librerías más pequeñas, al contrario, admiten pillar más a mujeres, de cualquier edad, que quizás lo tengan un poco más fácil por llevar siempre un bolso y poder dejarlo «caer accidentalmente dentro». En una de las entrevistas que tuvimos, un librero nos cuenta que «Un día entró una mujer muy guapa, morena, alta, con botas, faldas hasta las rodillas, un sombrero…se parecía a Maria Schneider en «Último tango en París». Entró en la librería con una sonrisa y me daba un poco de vergüenza mirarla. Se ha dado un paseo por la librería y cuando se fue, al volver a ordenar, me di cuenta de que se había llevado un par de libros!!»

Existen robos más profesionales, como no. Hay un mercado negro de coleccionistas y de ladrones que roban por encargo, aunque aqui estamos hablando de una liga pro que se juega en tiendas de antigüedades y mercadillos famosos como el Rastro de Madrid, el Porta Portese de Roma o el Marché aux Puces de Saint-Ouen de París. Aqui el precio a pagar en caso de ser pillado suele ser la cárcel, mientras los anteriores ladrones suelen librarse pagando el libro.

Parece, en todo caso que la edad de oro de los libros haya pasado, aunque pueda sobrevivir aún algún romántico del papel. Mucha más oferta, poca calidad, precios más bajos son ingredientes que alejan al ladrón de estas obras. Por ejemplo, en las protestas de Londres de 2011 las únicas tiendas que no subieron robos fueron las librerías (menos Gay’s The Word, especializada en LGBT).

Si quieres leer un libro sobre el robo de libros, te recomendamos Steal this book / Roba este libro de Abbie Hoffman, publicado en 1971, donde la autora teoriza sobre el robo de libros como acto político y revolucionario.

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Técnicas para robar libros

Los que entran en una librería quizás no cuiden mucho la experiencia de los dependientes/libreros en arte de cuidar de su tienda. Lo primero que observan es si los visitantes entran con bolsos, mochilas, maletas. Más los hombres que las mujeres, ya que estas suelen llevar todas bolso. Luego, se miran los movimientos: un cliente que se dobla mucho es más sospechoso de uno cuyos movimientos se limitan al máximo. La presencia de personal de seguridad suele reducir al mínimo los casos de robo, pero su coste muchas veces no vale la pena, por esto a veces se habla de «pérdida calculada y asimilada». Suelen ser eficaces también las cámaras y las bandas magnéticas dentro de los libros, aunque no se pueden meter en todos y además se podría dañar el mismo.

Los ladrones, como dicho, suelen ser más bien románticos que valoran mucho los libros y por lo tanto empeñan técnicas muy curadas para robar. Hay un libro, que se llama, como no, Como robar un libro, de David Horvitz, donde el autor lista más de 80 maneras de robar un libro. El mismo Horvitz declaró en una entrevista que «Imagino un día poder tener una librería donde solo haya libros robados. Cada libro contendrá la historia de como haya llegado a mi librería».

Horvitz nos deja «consejos» sobre como robar libros:

  • Roba el libro cuando el sol está amaneciendo en el horizonte
  • Vístete como un poli y sal de la librería con el libro en mano
  • Ponte un sombrero, una máscara, una camiseta de rayas horizontales y un saco con la imagen del dolar impresa. Mete el libro dentro y sal de la librería.
  • Ata el libro a tu perro y sal con el de la librería
  • Libera un perro salvaje en la librería y sal con el libro que quieras mientras haya barullo
  • Roba el libro mientras estás llorando
  • Sal de la librería con el libro en la cabeza manteniendo el equilibrio
  • Roba el libro, una página a la vez, en diferentes librerías.
  • Roba el libro cuando haya puesta de sol

Antiguos remedios

Cuando los libros eran objeto de valor y robarlos era como robar diamantes, había un remedio bastante radical: ponerle cadenas. En Europa sigue habiendo bibliotecas (En Wenchoster, y la de Hereford, por ejemplo) donde los libros están atados a las mesas y las estanterías con cadenas. Hoy en día parece una técnica un poco complicada de actuar, pero quizás puede ser una buena idea de marketing para atraer a curiosos y turistas.

¿Quien roba en las librerías?

El robo de libros se ha relacionado muchas veces con la Iglesia, ya que los libros más preciosos han sido siempre custodiados por los clérigos. El Papa Pio V, que excomulgó a Elisabeth I de Inglaterra definiendo la homosexualidad «un vicio execrable contra la naturaleza», también tenía vicios: el 14 de noviembre de 1568 sacó una ley donde se indicaba que todo aquello que hubiera robado libros de los monasterios habría sido excomulgado. No es un caso que fue el autor de la «Congregación para la reforma de la lista de los libros prohibidos» con el objetivo de actualizar la lista de los títulos «eróticos» (y de sus autores) que no debían ser leídos y podrían ser quemados.

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La condena de Pio V no fue suficiente para alentar a los ladrones, al punto que la Universidad de Salamanca sacó otra orden indicando la pena para quien robara libros.

Sin embargo, los robos no disminuyeron, al contrario (confirmando la regla de que a más prohibición, más vicio). En 1752 fue Papa Benedicto XIV el que volvió a insistir con la amenaza de excomulgar a los ladrones de libros, en vano.

Después de varios intentos, se llegó hasta las maldiciones para intentar frenar los robos. En la biblioteca del Monasterio de San Pedro de las Puelles en Barcelona hay una carta que indica: “Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve,
que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre.
Que quede paralizado y condenados todos sus miembros.
Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca.
Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa.
Y que cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre.”

La lucha contra el robo de libros no era algo reservado solo a la Iglesia. Como escribe Thompson en Notes of Bibliokleptomania (Nueva York, 1944), muchas veces las maldiciones las ponían directamente los mismos propietarios de los libros.

Parecen cosas muy lejanas, sin embargo hoy en día seguimos protegiendo las cosas que consideramos que tienen mucho valor para nosotros, y seguro que estaríamos dispuestos a lanzar una maldición a aquellos que quieren quitarnos estas cosas.