Ser viajero es cuestión de genetica

Muchas personas no sienten la necesidad de hacer la maleta y dejar atrás su casa. No quieren viajar: están contentos con su ciudad y sus costumbres. Otros, al contrario, no consiguen estar mucho tiempo en el mismo sitio, siempre listos para ir hacia un nuevo destino. La necesidad de explorar, según una investigación publicada en la revista «Evolution and Human Behaviour», estaria relacionada con el «gen del viaje»: el receptor de la dopamina D4 (DRD47r).

Lo que realmente nos dice si somos verdaderos viajeros seria, pues, nuestro ADN. El gen del viajero regularía el nivel de curiosidad y nos haria mas o menos sensibles a estimulaciones externas. Su función está ligada a la de la dopamina que desarrolla una acción fundamental en determinar los equilibrios del humor. El entusiasmo y la emoción que sentimos antes de emprender un viaje o una nueva aventura con rumbo desconocido representarían una «magia» llevada a cabo por este gen.

Pero no todos sienten esta «necesidad» de viajar. Solo el 20% de la población tiene altos niveles de DRD47r en su propio ADN. La mayoría de estos «viajeros por naturaleza» se pueden localizar en esos lugares del mundo donde desde siempre viajar ha sido parte de la vida diaria. Según el investigador Chaunsheng Chen «es mas facil encontrar este gen en poblaciones que hace siglos han emprendido muchos viajes a lo largo de sus vidas.

El portal Elite Daily publica otro estudio, llevado a cabo por David Dobbs de National Geographic, que supondría lo siguiente: según el investigador, «el DRD4 está presente en cantidades mayores entre personas que suelen arriesgarse mas, probar nueva comida, nuevas relaciones, nuevas aventuras sexuales». Comparando los genes de pueblos mas «sedentarios» y otros mas «migratorios», Dobbs ha podido observar que genes como este aumentaban entre personas cuyos antepasados habían emprendido largos viajes, saliendo desde la lejana África.